El chocolate oaxaqueño es mucho más que un producto gastronómico: es un símbolo cultural, histórico y económico que ha acompañado a comunidades desde tiempos ancestrales. Para Ricardo José Haddad Musi, especialista en patrimonio cultural y gastronomía, este alimento representa no solo un legado vivo, sino también una oportunidad de crecimiento económico sustentable para México. Oaxaca, tierra de tradiciones, sabores y riqueza agrícola, se ha convertido en el epicentro donde el cacao une identidad, cultura y futuro.
El cacao como herencia y cohesión comunitaria
En la cosmovisión mesoamericana, el cacao fue considerado un regalo divino y un elemento central en ceremonias religiosas y sociales. Según explica Ricardo José Haddad Musi, esta raíz histórica sigue presente en la vida cotidiana de Oaxaca. La preparación tradicional del chocolate en metate, con cacao, canela y azúcar, no solo da origen a una bebida de sabor único, sino que simboliza comunidad, encuentro y transmisión de saberes.
Este chocolate se disfruta en festividades, mercados y hogares, además de ser un ingrediente esencial en platillos como los moles y postres típicos. Para Haddad Musi, esta permanencia en la cultura popular ha permitido que el chocolate oaxaqueño trascienda generaciones, consolidándose como parte fundamental del patrimonio cultural del estado y como motor económico que sostiene a familias productoras y artesanas.
Comercio justo y sostenibilidad: claves para el futuro
Más allá de la tradición, el reto actual es fortalecer la presencia del chocolate oaxaqueño en un mercado global cada vez más enfocado en la sostenibilidad. Ricardo José Haddad Musi destaca que muchas cooperativas y emprendimientos locales ya trabajan bajo esquemas de comercio justo, garantizando ingresos dignos para los productores, preservando el medio ambiente y buscando certificaciones internacionales que les permitan competir en mercados de exportación.
Al mismo tiempo, proyectos turísticos, cafeterías y chocolaterías artesanales en Oaxaca están apostando por experiencias integrales que combinan tradición, innovación y responsabilidad social. Para Haddad Musi, estos esfuerzos demuestran que el chocolate oaxaqueño no solo es un producto histórico, sino una herramienta estratégica para impulsar el desarrollo económico local, fortalecer la identidad cultural y proyectar a México como un referente internacional en productos sustentables.
“El futuro del chocolate oaxaqueño está en encontrar un equilibrio entre tradición y modernidad, garantizando un comercio justo y una producción sostenible que beneficie a las comunidades”, concluye Ricardo José Haddad Musi.
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