La primatóloga británica Jane Goodall, una de las voces más influyentes de la ciencia y la conservación en el último siglo, falleció a los 91 años en California mientras realizaba una gira de conferencias. Su muerte, confirmada el día de hoy, 1 de octubre de 2025 por el Jane Goodall Institute, cierra una vida dedicada a cambiar la manera en que la humanidad se comprende a sí misma a través de la mirada de los chimpancés.
Una vida marcada por la curiosidad
Nacida en Londres en 1934, Jane Valerie Morris-Goodall creció con un muñeco de peluche, “Jubilee”, que fue el primer símbolo de su amor por los animales. Fascinada por Tarzán y el Dr. Dolittle, desde niña soñó con viajar a África. Su madre, Vanne Goodall, la apoyó siempre: incluso la acompañó en los primeros meses a la selva de Gombe, cuando Jane se instaló para observar a los chimpancés en 1960.
La revolución científica en Gombe
En el Parque Nacional Gombe Stream, a orillas del lago Tanganica en Tanzania, Goodall registró hallazgos que transformaron la primatología: los chimpancés fabrican y usan herramientas, se organizan en redes sociales complejas, establecen alianzas políticas y expresan afectos. Con paciencia infinita narró las vidas de David Greybeard, Flo, Fifi y otros individuos a quienes decidió nombrar, rompiendo con la ortodoxia científica que reducía a números lo que ella veía como personalidades singulares.
Louis Leakey, el paleoantropólogo que apoyó su trabajo, lo resumió con una frase célebre: “Ahora debemos redefinir ‘herramienta’, redefinir ‘hombre’, o aceptar a los chimpancés como humanos”.
El lado oscuro de los simios
Entre 1974 y 1978 documentó la llamada “guerra de Gombe”, un conflicto que culminó con la aniquilación de una comunidad entera de chimpancés. El episodio, que ella misma describió como aterrador, mostró que la violencia organizada no era exclusiva de los humanos. Aquella constatación abrió debates sobre los orígenes evolutivos de la cooperación y la agresión.